sábado, 14 de abril de 2012

UNA NUEVA ETAPA - Documento político del compañero Daniel Ravettino

Compartimos la Declaración Política del Secretario General del EDE Provincia de Buenos Aires, Daniel Ravettino

UNA NUEVA ETAPA

El próximo 25 de mayo se cumplen 9 años desde que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia de la Nación. Aquel día se inició un proyecto de transformación muy difícil siquiera de imaginar por aquellos años. Veníamos de sufrir por largos períodos políticas de claro patrón económico, entendido éste como la receta eterna en la que el poder se excusaba para seguir beneficiándose y excluía a las mayorías, expoliadas, engañadas, hartas y fuera de todos los derechos. La dictadura militar sentó las bases de un proceso neoliberal lamentablemente profundizado en democracia, tanto por la década menemista como por De la Rúa con Cavallo y la Alianza. Kirchner vino a romper con ese proyecto, asumiendo los costos políticos y desafiando día a día a los poderosos internos y externos. Y lo hizo con medidas concretas en lo político, económico y social, poniendo en valor a la política como herramienta de transformación y mostrando las verdaderas cartas del poder: Nunca se había visto en nuestra Argentina tan claramente, hasta el hueso descarnado, al poder económico dominante sobre el poder político. A medida que el nuevo presidente, electo por poco más del 20 % de los votos, enfrentó intereses ganándose enemigos poderosos, también fue convocando a nuevos compañeros y compañeras, que fuimos convenciéndonos. Convencernos equivale a dejar de lado las dudas por avasallamiento de los hechos: Teníamos un Presidente con auténtica vocación política y convicción de justicia y equidad social. El tiempo siempre pone las cosas en su lugar haciendo madurar la relación entre ese gran dirigente, nuestro ex Presidente, con una enorme mayoría de argentinos, que, en la diversidad de las ideas y con historias distintas pero todas respetables y válidas, quiere un país justo, igualitario y con futuro.

Néstor y Cristina, desde el discurso y desde los hechos, confirmaron a propios y ajenos que lo que estaba en marcha no era un maquillaje circunstancial del Estado y pusieron a ese Estado como garante de derechos sociales. Desde la reparación histórica que significan los juiciosa los represores hasta la reestatización del sistema provisional, pasando por la Ley de medios y la asignación universal por hijo y embarazadas, se generó un círculo virtuoso entre la política y la sociedad, que puso al pueblo como protagonista de un modelo que empezó a reparar el agujero de la balanza y llevar un poco de equilibrio ciudadano en la gestión de gobierno. El fatalismo cultural del “cada vez estamos peor” paso a ser reemplazado por la esperanza y la sensación de estabilidad y crecimiento generados por un Estado presente y regulador de la economía. Esta ruptura con el proceso neoliberal fue convalidado por el pueblo con las tres victorias electorales que dieron cuenta de un tiempo de lucha iniciado el 25 de mayo de 2003, cuando atravesamos la puerta de una nueva etapa de la historia argentina. Este tiempo demuestra que todo puede hacerse y que cuando hay decisión no atemorizan las viejas recetas de siempre. La creación, el cambio, el hacer de nuevo, son valores que puestos a jugar en favor de las convicciones y un claro horizonte ideológico demuestran que los derechos de ciudadanía pueden ser realidades concretas. Hubo claro, para estos cambios, una fuerte herencia de lo que fue el peronismo, la otra gran experiencia de justicia social en el país. Kirchnerismo es el resurgimiento de lo mejor de aquellos tiempos maravillosos que atravesó la argentina a mediados del siglo pasado y la continuación de la lucha por aquellos sueños que no llegaron a concretarse. Aquel Movimiento se renueva a sí mismo por la misma razón de nacimiento: la construcción de justicia.

Las nuevas demandas sociales requieren mayor capacidad de consumo, más y mejor transporte, mejor calidad de empleo, más seguridad, cuidado del medio ambiente, una justicia eficaz y ecuánime, un sistema de salud universal y gratuito. Pero esas demandas descansan sobre la base de lo conseguido desde el 2003, que cubre gran parte de las necesidades básicas de las mayorías por parte de este modelo, que nos devolvió la noción de ciudadanía que habíamos perdido. Claro que aún hay demandas y desafíos en este proyecto de desarrollo con inclusión social. Pero la política es la herramienta de cambio para que el partido lo ganen las grandes mayorías.

Hoy, siendo la Presidenta Cristina Kirchner quien conduce este proyecto transformador, esa dinámica rupturista sigue más viva que nunca. Han surgido nuevos militantes; ello se traduce en nuevas ideas y nuevas fuerzas; los desafíos crecen a medida que las posibilidades de construcción política corren los límites puestos por las corporaciones. Si la capacidad de conducción está demostrada, la tarea de organizarnos para seguir avanzando es responsabilidad de todos los que creemos en este presente. Con esa meta de organización como prioridad los cambios realizados se asentarán en el sistema político y en lo profundo de nuestra sociedad. A todo lo logrado se llegó por un camino poblado de obstáculos y crisis políticas, pero por la avenida que corresponde al pueblo, sin perder el rumbo. Tal vez esa capacidad de conducción que demostraron Néstor y Cristina sea una de las cosas más admirables y que inspiran más respeto. En aquellos momentos en los que la situación política era dominada por la adversidad, y la conspiración de las corporaciones mediáticas y sus representantes políticos contra el rumbo emprendido desde el 2003 se hacía más aguda, la conducción de este Movimiento redoblaba la apuesta profundizando el camino iniciado. Las ofensivas contra el proyecto y el modelo hoy tienen más virulencia que nunca. A medida que se avanza las corporaciones económicas y políticas practican nuevos intentos de desestabilización. Esos intentos fueron frustrados luego del enorme apoyo popular a Cristina, pero aún encuentran en los sectores más retrógrados del movimiento nacional y popular un discurso que raya lo patético, como una foto arruinada de la vieja política. La Argentina avanza más rápido que lo que algunos querrían, incluso dentro del propio espacio oficialista. La Presidenta es la primera en dar la batalla cultural tomando la decisión de darle a la juventud y a la renovación política el protagonismo que debe tener en un proceso de ruptura y transformación como este.

Es un momento en el que los militantes debemos apoyar plenamente este modelo dando la batalla en todos los frentes y ocupando los espacios de poder que permitan la consolidación de esta etapa, desplazando sin dudas ni remordimientos a los que quieren ir por menos. Defender lo conseguido para ir por lo que falta sólo es posible si ponemos nuestras energías, lo mejor de nuestras capacidades, nuestra experiencia militante junto a las fuerzas políticas en las que todos sus integrantes y acciones estén en armonía y sinergia con el movimiento kirchnerista. No son tiempos para dudas, grises ni temores. Que el kirchnerismo, desde una nueva identidad, continúe como movimiento transformador requiere militantes convencidos y fuerzas políticas claramente definidas y dispuestas a poner lo que tengan en este proyecto.

Todo proceso político transformador encierra dentro de sí las contradicciones del momento histórico con el que pretender romper, apoyándose sobre las fuerzas establecidas para dirigirse hacia nuevos horizontes. El simple análisis crítico llevado a la práctica política no aporta a la superación de esas contradicciones, sino que ubica en un lugar de testigo privilegiado que ve de cerca la escena pero que no se anima a ser parte de la historia. Muchas veces el prurito político se desvanece en las charlas de café mientras el poder de las corporaciones decide un nuevo azote a la embestida popular.

Por ello, por todos los sueños, por la historia que nos sacude y el tiempo de lucha que se avecina, creo en la necesidad de replantearnos nuestro rol dentro del kirchnerismo, pensando que debemos ser parte de la misma dinámica que los demás militantes del movimiento nacional y popular que apoyan a Cristina.


Daniel Ravettino
Secretario General de la Pcia de Buenos Aires
Encuentro por la Democracia y la Equidad